Geografía del populismo

Josep Piqué i Camps, Nicolás Redondo Terreros y Javier Zarzalejos

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 23 de noviembre de 2017, el diálogo “Geografía del populismo”, en el que intervinieron: Josep Piqué i Camps Economista, Exministro de Industria, Asuntos Exteriores y Ciencia y Tecnología; Nicolás Redondo Terreros, Miembro del consejo editorial de el diario El Mundo; Ángel Rivero, Profesor de Teoría Política de la Universidad Autónoma de Madrid y Javier Zarzalejos, Director de la Fundación FAES, que actuó como moderador.

Este acto se organizó con motivo de la publicación de la obra de mismo título, coordinada por Ángel Rivero, Javier Zarzalejos y Jorge del Palacio, editada por Tecnos y Fundación FAES.

Resumen:

El 23 de noviembre de 2017 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el diálogo sobre “Geografía del Populismo”, en el que intervinieron Josep Piqué i Camps Economista, ex ministro de Industria, Asuntos Exteriores y Ciencia y Tecnología; Nicolás Redondo Terreros, miembro del consejo editorial del diario El Mundo; Ángel Rivero, profesor de Teoría Política de la Universidad Autónoma de Madrid y Javier Zarzalejos, director de la Fundación FAES. El acto se inició con la intervención de Javier Zarzalejos quien señaló que, hace unos meses, la percepción del populismo era peor que la realidad. Ahora, en cambio, podemos estar cayendo en la percepción contraria, lo que supone un riesgo porque si bien la ola populista ha perdido impulso, la marea sigue estando muy alta. En estos tiempos se está produciendo una redefinición de la política europea en clave de populismo. Hay una redefinición de la agenda política europea, influida por el populismo. Por lo que se refiere a España, el populismo se ha topado con una realidad institucional, que es una mayoría parlamentaria constitucionalista que ha tenido capacidad para colaborar, y con una realidad social, que es la sensatez de los españoles que votan. En nuestro país tenemos dos populismos de libro: un convencional, con Podemos y sus organizaciones asociadas, y otro que se ha desarrollado al calor del proceso independentista en Cataluña. La simbiosis entre nacionalismo y populismo está muy acreditada. El populismo conoce bien el potencial destructivo del nacionalismo. A su vez, el independentismo ha acudido a las técnicas del populismo para poder ampliar su apoyo social, con mensajes como “España nos roba” o el derecho a decidir. Todo esto ha resultado en una fractura interna de la sociedad catalana, una fractura probablemente más profunda y duradera de lo que deseamos. Por su parte, Ángel Rivero definió el populismo como una ideología que establece un conflicto irresoluble dentro de las democracias, con una visión maniquea que es muy destructiva. Se trata de un fenómeno que, históricamente, se originó en Latinoamérica, que se ha extendido a Europa. El populismo produce una tensión entre la democracia representativa y la democracia ideal, la cual vacía las instituciones democráticas y tiene una deriva autoritaria. Además, allí donde el populismo alcanza el poder se produce un efecto contagio hacia otros partidos. Nicolás Redondo Terreros advirtió de que el populismo es una patología infecciosa de la democracia. Cuando está larvándose, el populismo es hiperdemocrático, pero cuando llega al poder tiene unos tics autoritarios que solo se ven limitados por fortaleza de la sociedad civil y de las instituciones. El populismo es una especie de núcleo ideológico que se puede combinar casi con cualquier ideología. Esa combinación es la que ataca a la razón. La segunda característica del populismo es que el único hecho relevante para él es la confrontación entre amigo y enemigo. Va en contra del pluralismo porque pretende establecer un vínculo trascendental entre el líder y el pueblo. El peligro que percibe es que la democracia que nació tras la Segunda Guerra Mundial, que establece un consenso entre clases, hoy está en crisis. Estamos viviendo un proceso revolucionario tan importante como el que hizo coincidir la invención de la imprenta, el descubrimiento de América y muchos descubrimientos científicos. Ese cambio está provocando que los agentes de los consensos sean hoy menos homogéneos de lo que lo eran cuando se estableció el consenso. Por ello, tenemos que hacer muchos esfuerzos para recuperar esa energía que nos dio los consensos. Por último, Josep Piqué señaló que en Europa hemos estado viviendo peligrosamente, porque el populismo era un tsunami que podía acabar con el proyecto político europeo. En esta ocasión, han ganado los buenos, menos en el Reino Unido, pero con un matiz: se ponen en cuestión los sistemas representativos de Europa. De hecho, en muchos casos, los partidos políticos tradicionales han pasado a ser secundarios. ¿Por qué ahora nos preocupa tanto el populismo? Porque en Europa creíamos que ya estábamos vacunados del fenómeno. Había un consenso para dejar fuera a los extremos, pero ahora nos encontramos con que aquello que creíamos que no iba a volver ha reaparecido y lo tenemos aquí. El populismo es una expresión que se va adaptando a las nuevas circunstancias y utiliza masivamente los nuevos instrumentos de la tecnología y de la comunicación. Se basa en ofrecer soluciones simples a problemas complejos. Para combatirlo, hay que defender el valor de nuestras instituciones y de nuestra democracia. Para ello, hay que recuperar el vínculo entre las instituciones democráticas y los ciudadanos libres, que se rompió como consecuencia de la crisis y de la corrupción.

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