El gas natural en España

Alfonso Ballestero, Nemesio Fernández Cuesta, Carlos Bustelo

La Fundación Rafael del Pino y Lid Editorial organizó el 21 de junio de 2017, la presentación del libro titulado «El gas natural en España».

En el acto participaron:
Alfonso Ballestero, autor del libro
Nemesio Fernández Cuesta, ex secretario de Estado de Energía y Recursos Minerales
Carlos Bustelo, ex Ministro de Industria y Energía

El gas natural en España hace un recorrido por los cincuenta años de historia de la industria gasística en nuestro país; desde sus inicios en 1965, cuando se presentó el primer proyecto de utilización del gas natural como fuente energética, hasta nuestros días, cuando se ha materializado la gasificación del país y operan en el terreno nacional numerosas empresas –todas privadas– en régimen de competencia.

El libro desarrolla en detalle los principales hitos vividos a lo largo del período, como la iniciativa de Catalana de Gas en 1965, los intentos de estatalización de la industria entre 1971 y 1976, el nacimiento del Instituto Nacional de Hidrocarburos en 1981, el decisivo protocolo de 1985, la creación de Gas Natural SDG en 1991 o la liberalización de la industria en 1998.

El libro, que se ha alzado con el XVII Premio LID de Historia Empresarial, es el resultado de casi tres años de investigación en los que el autor ha podido acceder a archivos públicos y privados, así como recoger las opiniones de destacados protagonistas de la industria.

Resumen:

El 21 de junio de 2017 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el acto de presentación del libro “El gas natural en España”, en el que intervinieron Alfonso Ballestero, autor del libro, Nemesio Fernández Cuesta, ex secretario de Estado de Energía y Recursos Minerales, y Carlos Bustelo, ex Ministro de Industria y Energía. El primero en intervenir fue Alfonso Ballestero, quien destacó que cuando se planteó en 1972 gasificar el país, se partía de cero, no había organización ni se contaba con recursos. Entonces fue cuando se creó Enagás, con Rafael del Pino como presidente, quien ejerció el cargo sin percibir remuneración alguna. Ballesteros señaló que el sector industrial se ha visto condicionada en muchos momentos por decisiones políticas. Y la industria del gas también. Así se puso de manifiesto en los inicios del sector en España, cuando hubo un gran debate sobre si debía desarrollarlo la iniciativa pública o la privada. Los defensores de la iniciativa pública alegaban que el gas natural era un hidrocarburo y, por tanto, debería incluirse en el monopolio del petróleo. La industria del gas se inició en Cataluña, lo que propició que durante mucho tiempo existiese el afán entre el empresariado catalán de que hubiera un cartel catalán en alguna empresa gasista. El capital extranjero tuvo una presencia pequeña en el desarrollo del sector al principio, debido a que se trataba de una iniciativa pública. Ahora, en cambio, su presencia es grande, a través de los fondos de inversión. En el pasado, hubo un cierto peso de la producción nacional que duró diez años, hasta mediados de los 90. Hoy, en cambio, es casi inexistente debido al agotamiento de las reservas y a las importantes entradas de gas procedentes del extranjero, sobre todo de Argelia después de la firma del contrato de suministro con Sonatrac. El sector fue capaz de desarrollar en un plazo muy breve de tiempo una infraestructura colosal, capaz de manejar una demanda muy superior a la actual. Por último, el proceso de liberalización se hizo de una forma ejemplar, y con una rapidez mucho mayor que en los países de nuestro entorno. Nemesio Fernández Cuesta enfatizó que la historia del gas en España es una historia de éxito porque nuestro país no tenía gas natural. Lo hicimos basándonos en la importación, así como en las aportaciones de muchos profesionales de la administración y de las empresas. Para que los tubos fueran rentables, había que desarrollar la demanda de gas natural. Eso se hizo mediante la liberalización. Carlos Bustelo coincidió en que la del gas era una historia de éxito, cuando el sector lo tenía todo en contra. En el sector de la energía nuclear lo teníamos todo a favor: teníamos uranio, know how, ingenieros magníficos y un territorio. Y, sin embargo, fuimos capaces de poner en marcha un proceso tan ambicioso mientras procurábamos que los políticos no entorpecieran la cosa

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