La gran trampa

Por qué los bancos centrales están abonando el terreno para la próxima crisis

La Fundación Rafael del Pino organizó, el 14 de noviembre de 2017, el diálogo «La gran trampa. Por qué los bancos centrales están abonando el terreno para la próxima crisis», en el que intervinieron: Daniel Lacalle, doctor en economía, economista jefe y profesor de economía global; Carlos Rodríguez Braun, Catedrático de historia del pensamiento económico de la Universidad Complutense de Madrid; Miguel Sebastián, ex ministro de industria, turismo y comercio del gobierno de España y José Miguel Maté, consejero delegado tressis, con motivo de la publicación de la obra de Daniel Lacalle, de mismo título.

Resumen:

El 14 de noviembre de 2017 tuvo lugar en la Fundación Rafael del Pino el acto de presentación del libro “La gran trampa”, de Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis. Además del autor, en el acto participaron también Carlos Rodríguez Braun, catedrático de Historia del Pensamiento Económico de la Universidad Complutense de Madrid; Miguel Sebastián, ex ministro de Industria, Turismo y Comercio y José Miguel Maté, consejero delegado de Tressis SV. José Miguel Maté explicó que las consecuencias de la política monetaria actual van más allá de la buena intención que tenían los bancos centrales de cortar el colapso del sistema financiero. El resto de objetivos -crecimiento económico, empleo, resurgir de la inflación- no solo no se han conseguido, sino que se han creado daños colaterales en forma de aumentos de las desigualdades y de pérdida de renta disponible por parte de las clases medias. Las medidas de política monetaria, además, han generado una inflación de activos, provocando una falta de valoración del riesgo real, con lo que la burbuja sigue creciendo. Los gobiernos, por ello, han renunciado a hacer reformas estructurales. Lo que han hecho los bancos centrales ha sido tratar de ganar tiempo, pero va a ser difícil salir de esta situación porque habrá crisis en los mercados financieros que afectarán al crecimiento económico. Para Carlos Rodríguez Braun, pedir ayuda a los bancos centrales para resolver la crisis es como pedir ayuda al conde Drácula para solucionar un problema de seguridad en Transilvania. Vaticinó que habrá una nueva crisis y que se culpará de ello a los mercados, no a los bancos centrales. En este sentido, recordó que Estados Unidos creó más dinero entre 2008 y 2016 que en toda su historia anterior. O que Argentina emitió bonos a cien años, que tuvieron una demanda tres veces superior a la oferta, un hecho que, por tratarse de Argentina con su historial de suspensiones de pagos, es un signo claro de que estamos ante una burbuja. Por último, denunció que las políticas expansivas de los bancos centrales facilitaron que los gobiernos no hicieran las reformas estructurales. Miguel Sebastián, por su parte, advirtió de que los banqueros centrales están satisfechos porque, en los últimos veinte años, la inflación ha dejado de ser un problema mundial, puesto que se ha reducido tanto su nivel como su volatilidad. Ahora bien, el descontento con los bancos centrales viene de que ya no parece suficiente el encargo que recibieron y se olvidaron de otras cosas, como la inflación de activos. Por eso, hay que revisar sus objetivos. También indicó que la creación de dinero no sirve para promover el crecimiento a largo plazo y que la inflación es un fenómeno monetario y supone un impuesto. Los avances tecnológicos y la globalización han provocado una desinflación en la economía mundial, si se mide utilizando los precios de consumo. Pero, simultáneamente, hay una burbuja de renta variable en Estados Unidos y sendas burbujas de bonos en Japón y la Unión Europea, burbujas que han sido alimentadas por el “quantitative easing”. Por eso hay que incorporar otros objetivos, como la inflación de activos, al mandato de los bancos centrales. La política monetaria, añadió, debe ser anticíclica. Sin embargo, lo que ocurrió del 2000 al 2008 es que ha sido procíclica. De hecho, la causa de la crisis fue un exceso de endeudamiento en el sector privado porque los bancos centrales llenaron la economía de liquidez a partir del 2000, cuando la economía estaba en plena expansión. No obstante, a partir de 2008 se vivió una situación excepcional, lo que requirió de medidas excepcionales, como el “quantitative easing”, debido a que se produjo una caída brutal en la circulación del dinero. Además, el Banco Central Europeo actuó tarde, con lo que tuvo que ser más contundente que la Reserva Federal, y lo hizo cuando vio que el euro podía desaparecer. Por último, Daniel Lacalle recordó que, en situaciones de crisis, siempre se han aplicado políticas expansivas. En este sentido, unos defienden las actuaciones en política monetaria y otros abogan por su desaparición. Pero de lo que nadie habla es de lo verdaderamente importante, esto es, qué se puede hacer en el escenario que tenemos. Lo que ocurrió en Estados Unidos fue que se fio todo a la política monetaria y se olvidó la política fiscal. Cómo iban a decir los políticos a los ciudadanos que la austeridad tiene lógica cuando alguien puede crear todo el dinero que quiere excepto para los ciudadanos. Por eso ganó Trump. El elemento esencial es considerar soluciones ahora teniendo en cuenta lo que hay. En otro caso, las ideas mágicas se convierten en alimento del totalitarismo. En este sentido cabe preguntarse qué tipo de economía se había introducido para que una subida de medio punto en los tipos de interés, del 1% al 1,5%, generase una crisis como la que hemos vivido. ¿Qué hemos aprendido de la crisis? Nada. Muchos economistas dicen que como los tipos cero no funcionan hay que ir a tipos negativos, con la idea de que la planificación central lo arregla todo, pero no es así. Y los bancos centrales, que nunca han visto venir una burbuja, hoy dicen que no ven riesgo de que haya o se produzca una.

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